La orientación vocacional en la adolescencia siempre ha sido una labor ardua para el profesorado dadas las características evolutivas del alumnado al que se dirige. Se realiza en edades muy tempranas, cuando aun no están definidas las vocaciones ni las preferencias y no siempre logra sus objetivos ya que un importante porcentaje de los y las jóvenes que inician unos estudios o una actividad profesional, acaban por abandonarlos y emprender otros proyectos diametralmente opuestos. Muchas veces supone una carga añadida para aquellos que tienen que realizarla: el profesorado que cuenta con pocos recursos y poco tiempo.
Este problema se agudiza en la actualidad dada la situación extremadamente cambiante de las sociedades y por ende del mercado laboral. Se prevé que en las próximas dos décadas una parte importante de los trabajos que se desempeñan serán reemplazados por ordenadores o robots y aparecerán otros que en estos momentos no podemos aun imaginar relacionados con la exploración espacial, con la movilidad sostenible, con nuevas fórmulas de generación de energía, con el desarrollo de la salud y el cuidado de las personas, un gran número de empleos relacionados con tecnologías diferentes que demandarán personas con capacidades científicas para desarrollarlos, así como otros muchos que requieren de una perspectiva humanística, reflexiva o ética.
Por qué no concentrar nuestros esfuerzos en despertar las vocaciones jóvenes, con programas de divulgación sobre la ciencia, filosofía, historia, etc. que les entusiasmen y le despierten la pasión por conocer e investigar.
No podemos pretender que alguien sea bueno o buena en el desempeño de una disciplina que no le apasiona, trabajemos para conseguir que nuestros y nuestras estudiantes se apasionen por aquello que en un futuro van a necesitar conocer para poder incorporarse a un mundo cada vez más cambiante y descubramos a las jóvenes estudiantes disciplinas en las que siguen estando infrarrepresentadas.